Mis cristales rotos, mis retales de literatura y las historias de mi hiperestesia sentimental.


lunes, 2 de abril de 2012

En ocasiones

 En ocasiones, me disculpo, me enamoraba de quien hiciera de mi Arte. En ocasiones jugaba a que yo era la chica de la que hablan las canciones, que yo era esa parte lírica de la vida, los días de lluvia y sonrisas...
En ocasiones, jugaba a creerme, qué estúpida, protagonista de mi propia vida. Daba vueltas hasta marearme y caía al suelo. ¿Vanidad? Qué va, quizá me tomaba muy en serio la idea de la vida hecha obra literaria, de los pequeños atisbos de poesía barata mezclada con vulgaridad, y de mi capacidad de colaboración en ella.
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Puede que mi error fuese querer ser la chica que las escribe, olvidando cómo se sentía sin guión. Pero resultaba tan bonito, por un instante, imaginarse bajo los focos que creí que sabía componer.
Me he despertado confusa, y sonaba una canción que me resultaba familiar. Lo demás han sido actos mecánicos, perfectamente estudiados, hasta que... 
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La próxima vez que tenga un impulso poético átame las manos, tapóname los labios, cúbreme los ojos e invade mi mente. Asfíxiame por un momento en un vano intento de ahogarme, de ahogarme en ti y que agonices conmigo, obviando toda la vulgaridad. Que no se puede pretender ir por la vida viendo tan solo palabras... Aunque, si lo pienso, quizá otros vayan viendo colores o...; quizá si lo pienso, todos vamos viendo arte. 
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¿Olvidarlo? Pero resultaba tan bonito, por un instante, imaginarse bajo los focos, creer que tenía la capacidad de componer, cuando eres tú quien me compone. Y te odio por ello, por crear. Por impulsarme desde este acantilado sin final, por no tener la libertad de frenarlo, pues no existe el temor de precipitarnos al vacío.